¿Para qué se quieren 413 pájaros? El negocio del oro con plumas

Sporophila crassirostris
Imagen de: De Francesco Veronesi Tomada de: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=106127987

En Venezuela el tráfico ilegal de especies se mantiene como una actividad muy lucrativa escondida bajo un manto de silencio, codicia e ignorancia

Recientemente se publicó en medios de comunicación nacional una noticia que da cuenta del arresto de tres personas en el estado Monagas acusadas de tráfico ilegal de 413 aves que fueron identificados como oryzoborus crassirostris (sic) o “morichaleros”.

La noticia original fue publicada en la página Web del Ministerio Público. En la misma se explica que los imputados fueron detenidos por la Guardia Nacional Bolivariana en la vía nacional Maturín-Temblador del estado Monagas mientras transportaban un lote de ejemplares de estas aves sin portar ninguna autorización para hacerlo (guía de movilización).

Asimismo, se informa que los detenidos fueron imputados por la presunta comisión de caza ilícita y contrabando agravado. En función de esos cargos, el Tribunal 5º de Control acordó una medida cautelar sustitutiva de la privativa de libertad y estableció temporalmente que las tres personas permanecieran temporalmente bajo arresto domiciliario y se acordó que las aves fueran trasladadas al Parque Zoológico “La Guaricha” en Maturín.

Por otra parte, no hay ninguna información sobre el origen y destino final de estas aves, así como la de otras personas que pudieran estar involucradas en estos delitos ambientales, tampoco sobre el destino final de este lote de aves decomisadas.

Noticias como estas no son infrecuentes en Venezuela, por lo que muchas personas lo perciben como una actividad tradicional entre personas de bajos recursos que venden fauna en las carreteras,

Dicho así suena inocente y frente a los problemas nacionales muy poco importante.

Qué más podemos saber de esta noticia

La especie de ave que aparece en esta noticia forma parte de un grupo de aves de pequeño tamaño conocidos colectivamente como semilleros. La especie nombrada en la noticia actualmente es conocida científicamente como Sporophila crassirostris (El nombre Oryzoborus crassirostris es considerado como un sinónimo) y conocida en algunas partes de Venezuela como semillero picón, pico de plata negro, entre otros nombres. Ésta ave tiene una amplia distribución en varios países del norte de Suramérica incluyendo Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa Guyana, Perú, Surinam; Trinidad y Tobago y Venezuela.

Esta especie aparece en la Lista Roja de la IUCN como de Preocupación Menor que es la categoría asignada los taxones abundantes y de amplia distribución, que no se encuentran bajo amenaza de desaparecer en un futuro próximo.

A pesar de ello, en un artículo sobre la situación del tráfico ilegal de especies en algunos países amazónicos publicado en el portal Mongabay una especialista señaló que algunas especies de pájaros cantores son usadas en algunos países de la región para la realización de competencias de canto, por lo que se ha creado una demanda insostenible de los mismos y debido a esta circunstancia esta especie ha desaparecido de algunas localidades.

Por otra parte, la misma especialista afirmó que debido a la demanda de esta especie para estas competencias, pueden ser vendidos en algunos países hasta por 5000 dólares.

Que tiene que ver Venezuela con esta situación

El año pasado Clima21 publicó el informe “Emergencia humanitaria en Venezuela y la fauna silvestre: Diversidad biológica asediada por la crisis”. Uno de las conclusiones de ese informe es que en el país existen organizaciones criminales que tienen como negocio el transporte y comercialización de fauna silvestre. Asimismo, que según la información recopilada este es un negocio millonario con conexiones internacionales.

No hay manera fácil de saber cuál será la ganancia final esperada por los delincuentes que están detrás del reciente caso de tráfico de aves en Monagas. Pero si hacemos la suposición válida que este decomiso fue una sólo una pequeña parte de una operación mucho más importante, podemos estimar que la exportación de varios lotes como estos supondría una ganancia muy grande en el orden de los millones de dólares.

Por otra parte, en el mismo informe se advierte que en todos los casos que se reportaba la detención de personas por tráfico ilegal de especies se trataba de individuos de bajos recursos. Asimismo, en ninguno de los reportes registrados se informaba sobre la realización de investigaciones que permitieran identificar, y mucho menos sancionar, a los grupos delincuenciales detrás de este tráfico. Es decir, que al igual que en el tráfico de drogas sólo pagan los que están al final de la cadena.

¿Esta situación nos afecta de alguna manera?

Puede parecer que comercializar con pajaritos no tiene ningún impacto sobre nosotros. Pero, por una parte, el tráfico ilegal de estas especies es un saqueo de una riqueza que es de todos.

Venezuela es un país megadiverso, es decir que en su territorio habitan un número muy alto de especies biológicas con respecto a otros países. Esta riqueza puede ser el centro de una muy importante y productiva actividad turística dirigida a atraer al país personas, tanto los que les gusta el turismo de naturaleza, como los que hacen turismo de observación de aves.

Por otra parte, nadie sabe las consecuencias de extraer alguna especie que forma parte de la trama de vida de los ecosistemas. Por ello, la eliminación de un solo grupo de organismos puede traer reacciones en cadena que producen el deterioro de los ecosistemas y con ellos de las contribuciones y servicios que ellos nos proveen.

Finalmente, una vida sana, incluye el saber que somos parte de un todo. Que nos somos dueños, sino que compartimos un territorio y unos recursos con muchas otras especies y que reconocemos sus derechos a vivir y prosperar.

Necesitamos educar a toda la población sobre el valor de la biodiversidad como parte de nuestro derecho a un ambienta sano, seguro y ecológicamente equilibrado, así como de nuestro potencial de desarrollo sostenible.

También debemos exigir a las autoridades a que cumplan con su obligación de luchar contra la delincuencia ambiental, como dicen algunos políticos: Caiga quien caiga.

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