El cambio climático es un hecho que está ocurriendo aquí y ahora.
El tema es tan actual que existe una creciente evidencia que sugiere un aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos en los últimos diez años.
Muchos de estos fenómenos alcanzan niveles de desastres socionaturales en los cuales se han producido enormes pérdidas humanas y materiales.
El cambio climático afecta a todas las personas en todo el globo, pero sus impactos son desiguales. Los pobres, especialmente las mujeres, niños, campesinos e indígenas, sufren desproporcionadamente sus efectos, a pesar de ser los menos responsables de sus causas.
Los científicos climáticos prevén que estas situaciones se verán agravadas a medida que el planeta se siga calentando como consecuencia de la acumulación de gases derivados de la quema de combustibles fósiles y otras actividades humanas.
Por esas razones la falta de acción por parte de gobiernos y empresas es un crimen contra la humanidad.
Transformar esta realidad es una tarea de todos. Pero no podemos esperar por los gobiernos.
La crisis climática exige que nos preparemos y trabajemos como comunidades organizadas para lograr sociedades resilientes al cambio climático.
A veces las transformaciones comienzan con acciones simples: la siembra de árboles, aprender a usar mejor el agua a la cual tenemos acceso e iniciar un proyecto de siembra comunitaria de alimentos usando técnicas sostenibles.
Luego debemos ir más allá. Planificar la respuesta comunitaria a las emergencias meteorológicas, trabajar por comunidades verdes y establecer estrategias para la captación agua, entre otras acciones.
Todo ello es por nuestra seguridad actual y el futuro de las personas que vendrán detrás de nosotros.
Recordemos que luego de este “vía crucis”, puede venir una nueva pascua de resurrección de la responsabilidad, la ética y la solidaridad de manos de las personas como tú.