Cultura, ambiente y derechos humanos: 1. Cultura de pescadores

Pedro Pablo Palmar Narváez (1924 – 2015) nació en Maracaibo el 29 de junio de 1924. Fue escritor, poeta, decimista, músico, compositor, cantante, guitarrista y cuatrista, “El Indio Palmar” se destacó como uno de los mejores decimistas del país y se le conoció como el poeta popular paraujano.(1)

Paraujanos era el nombre que se le daba a las personas del pueblo Añú, que en tiempos precolombinos ocupaban toda la costa del lago de Maracaibo y el Golfo de Venezuela.

En su juventud desempeñó una serie de oficios desde los de obrero, comerciante y pescador hasta los de poeta, compositor de gaitas y otros ritmos populares. 

En una de sus canciones más conocidas “Constancia de un pescador” describe las muy difíciles y frecuentemente frustrantes condiciones de la vida de los que practican ese oficio. Estas condiciones pueden ser tan duras que lleva a  a abandonar este medio de vida, que más un oficio es una cultura que se pierde en el tiempo a lo largo de la historia de todos los pueblos costeros.

El impacto de la llegada de la industria petrolera en la región a principios del siglo XX transformó toda la región trayendo nuevas maneras de vivir que excluían y marginaban a las culturas tradicionales a la vez que destruían la base ambiental sobre la cual se fundamentaba. Las más afectadas por este proceso de exclusión fueron las más relacionadas con el contacto con la Naturaleza. Ese proceso de destrucción sigue avanzando en nuestra época.

Los derechos humanos ambientales deben trenzar derechos ambientales, culturales y económicos entre otros para avanzar hacia el logro de la realización de la dignidad de todas las personas y principalmente los menos favorecidos.

Esta es la letra de “Constancia de un Pescador”:Viví de la pesquería 
desde mis primeros años.
Mi oficio es remendar paños,
mi hobby, la poesía.
Las décimas, mi alegría,
me hicieron aborrecer
el trabajo de tener
que pescar en un cayuco
sin comida ni guayuco
ni agua dulce que beber.

De la pesca decidí
no volver a remendar
por no tener que pasar
la vida pescando así.
El cayuco lo vendí,
lo demás lo dejé fiado
y el cotón que había usado
tanto tiempo de guayuco
lo dejé en un semeruco
donde salaban pescado.

Entonces, por intuición,
decidí dejarlo todo
y buscarle de otro modo
a lo mío solución.
La pesca que fue patrón
de mi juventud primera
no me animaba siquiera,
porque la situación mía
era mantenerme al día
con el trabajo que fuera.

Me alejé de la enramada
dejando el timón atrás,
la totuma y el compás
de mi juventud pasada.
La playa que fue celada
por mí también la dejé
porque yo consideré
que ya de la pesquería
sanamente no podría
vivir y la abandoné.

Si quiere oír esta canción cantada por Cecilia Todd puede hacerlo en este enlace 

(1) Los datos biográficos de Pedro Palmar fueron tomados de: la página Sabor Gaitero

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