Völker Turk| Venezuela debe respetar los acuerdos internacionales en materia ambiental

El más reciente informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos vuelve a incluir aspectos importantes de la situación ambiental de Venezuela, pero de nuevo omite otros.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Turk presentó hoy 5 de julio un informe sobre la situación de los Derechos Humanos (DDHH) en Venezuela.

Lo primero que es necesario apuntar es, que el tema de los derechos humanos ambientales ha venido creciendo en las preocupaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en sus sucesivos informes que viene presentando esta oficina desde al menos el año 2019.

En esta ocasión, el informe ha enfatizado tres temas relacionados con los derechos humanos ambientales: La contaminación producida por las operaciones de PDVSA, los efectos de la deforestación y los daños socio-ambientales y las violaciones a los derechos humanos derivados de la explotación de oro principalmente al sur de Venezuela. Asimismo, hace mención a la vulnerabilidad del país ante el cambio climático. Tres de estos temas aparecen por primera vez en estos informes publicados por el Alto Comisionado.

Por primera vez se incluye en estos informes el impacto de la industria petrolera venezolana

Con respecto al tema de la contaminación derivada de las operaciones de PDVSA, el informe indica lo siguiente:

“La producción de petróleo y la falta de un tratamiento efectivo de las aguas residuales de la empresa nacional Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) agravaron los riesgos de contaminación del agua. Según la sociedad civil, en 2022 se registraron al menos 86 derrames de petróleo, 77 más que en 2021, que destruyeron ecosistemas acuáticos y terrestres esenciales para garantizar el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible y otros derechos humanos. El ACNUDH recuerda que la explotación y el uso de los recursos naturales deben ser consistentes con el derecho y estándares internacionales.”

En este caso, el informe da por cierto que en el año 2022 ocurrieron 86 derrames petroleros. Este número debe tomarse con pinzas. En el último informe presentado por PDVSA en el 2016 reportó la ocurrencia de 8.088 derrames de hidrocarburos, sólo para ese año. A partir de ese momento, existe una total opacidad informativa por parte del gobierno nacional. Por ello, las organizaciones que trabajamos en la documentación de esta situación sólo estamos pudiendo registrar aquellos derrames que, por su impacto, principalmente sobre comunidades de pescadores, o por su gran tamaño son reflejados por los medios de comunicación o pueden ser observados a través del uso de imágenes satelitales. Obviamente, el número que estamos pudiendo observar es sólo una fracción del total de derrames que están ocurriendo.

A pesar de esta precisión, es muy importante que, a pesar de su importancia, el tema de la contaminación derivada de las operaciones petroleras haya aparecido por primera vez en los informes del Alto Comisionado de los DDHH ya que el mismo parecía que estaba quedando fuera del escrutinio de los organismos internacionales de DDHH.

Igualmente, es muy significativo el exhorto realizado al Estado venezolano de que la explotación petrolera debe ser realizada según estándares internacionales establecidas en Convenios internacionales. No por obvios estos recordatorios deben dejar de ser reiterados continuamente.

Sobre esa recomendación, es importante recordar la Opinión Consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 2017 reconociendo que es una obligación de los Estados respetar los derechos a la vida e integridad personal, en relación con la protección del ambiente y estableciendo acciones específicas para lograr el goce pleno de los derechos humanos ambientales.

La deforestación y sus consecuencias entra en la mira de los organismos internacionales de derechos humanos

En este tema el informe describe los siguientes aspectos:

“Durante el periodo del informe, el Ministerio del Poder Popular para la Defensa anunció el lanzamiento de un proyecto de reforestación llevado a cabo por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, dirigido a parques nacionales como los de Canaima, Caura y Yapakana, entre los más afectados por la minería ilegal.  La deforestación, que contribuye a la desertificación, la erosión del suelo, las inundaciones y el aumento de las emisiones de efecto invernadero, es cada vez más preocupante, ya que los informes indican que, para 2025, se habrán perdido más de 1,3 millones de hectáreas de cubierta vegetal entre los bosques y las sábanas de Venezuela,  siendo la extracción de recursos, los cultivos, los incendios forestales y la urbanización algunas de las principales causas, incluso en los parques nacionales.”

Es particularmente significativo que este tema que este tema aparezca por primera vez en los informes del Alto Comisionado ya que algunas personas no comprenden la relación existente entre el deterioro de los bosques y los derechos humanos. Pero la inclusión del mismo es coherente con los informes y recomendaciones realizados por los Relatores Especiales en materia de Derechos Humanos y Medio Ambiente.

Asimismo, es importante para los grupos de la sociedad civil y científicos del país la inclusión en este informe de los daños generados por la minería en los Parques Nacionales Canaima, Caura y Yapacana.

El informe de nuevo incluye las violaciones a los derechos humanos en las zonas mineras

Adicionalmente el informe reafirma su preocupación por la situación de los DDHH en las zonas bajo explotación minera al sur del país. En tal sentido, el informe expresa los siguientes aspectos:

A pesar de la prohibición por decreto presidencial, el uso de mercurio y cianuro en la extracción de oro y otros metales generó efectos negativos en la salud ambiental y humana, incluso con indicios que apuntan a una grave contaminación del agua. La extracción de oro se ha vinculada a alegaciones de asesinatos, mutilaciones, violencia sexual, formas contemporáneas de esclavitud, incluida la trata sexual y el trabajo infantil, desapariciones forzadas por presuntos grupos armados y criminales no estatales, amenazas e intimidación contra personas indígenas y desplazamiento forzado de comunidades indígenas enteras por temor a la violencia y huyendo de condiciones de vida críticas. El ACNUDH recuerda al Estado su responsabilidad de adoptar las medidas apropiadas para prevenir, investigar, castigar y proporcionar reparación por violaciones y abusos a los derechos humanos, tanto por parte de agentes estatales como no estatales.

Por cierto, en este caso, la Oficina del Alto Comisionado dejó colar un gazapo al decir que está prohibido el uso del mercurio y el cianuro. Siendo cierto para el caso del mercurio, pero no para el del cianuro.

En este caso, el informe presenta de manera muy resumida la compleja situación de violaciones de derechos humanos en las zonas bajo explotación minera al sur del país.

Este nuevo señalamiento se une a los que fueron incluidos previamente en el informe publicado por la Alta Comisionada para los DDHH Michelle Bachelet en el 2020, así como por los extensos testimonios incluidos en el informe de la Misión de Determinación de Hechos sobre la situación de los derechos humanos en el Arco Minero del Orinoco y otras áreas del estado de Bolívar del 2022, entre otros.

A pesar de ello, las acciones emprendidas por el gobierno nacional para solucionar estas situaciones parecen hasta ahora ser más efectistas que efectivas y, a la larga, sólo profundizan la situación de crisis y conflicto que se vive al sur del país.

Será necesario que los organismos de internacionales de protección de los derechos humanos realicen un escrutinio más cercano y acciones más contundentes para promover que el Estado venezolano cumpla con sus obligaciones de respetar, proteger y realizar los derechos humanos de las personas que viven en estas zonas.

El cambio climático también es mencionado

Se incluyó por primera vez el tema del cambio climático entre las consideraciones realizadas en el apartado sobre el derecho a un ambiente limpio, sano y sostenible.

Venezuela sería responsable de menos del 1% de las emisiones mundiales actuales, pero está muy expuesta a las consecuencias del cambio climático, incluidas las sequías prolongadas y las lluvias torrenciales, que contribuyeron a desprendimientos de tierras, inundaciones repentinas y tragedias humanas.”

La inclusión de temas relacionados con la emergencia climática global y sus efectos sobre Venezuela es de gran importancia y es revelador de la influencia del Alto Comisionado que asumió sus funciones en este cargo desde octubre de 2022.

A pesar de ello, echamos en falta que no se haya mencionado la ausencia casi total de políticas nacionales para hacer frente a los efectos del cambio climático. Nunca está demás decir que Venezuela es el único país de América Latina que no tiene un Plan Nacional de Adaptación al Cambio climático y que sus políticas sobre gestión de riesgo son muy ineficaces, inequitativas y no contienen un marco de derechos humanos. Asimismo, que, como consecuencia de estas omisiones, eventos meteorológicos extremos generan una cantidad no determinada pero significativa de muertes, daños a los bienes de personas generalmente pobres y posiblemente sea un causal de desplazamiento forzoso.

¿Qué temas importantes para Venezuela quedaron fuera de este informe?

Nos preocupa que algunos asuntos ambientales parecen estar pasando por desapercibidos por los organismos de DDHH tanto globales como regionales. Ello a pesar de que algunos de estos son temas muy graves que afectan a miles e incluso a millones de venezolanos y venezolanas.

Entre estas podemos incluir la falta de acceso de la población al agua y al saneamiento, la contaminación ambiental sin control y las graves amenazas sobre la diversidad biológica y la creciente mercantilización, abandono y mal uso por un turismo sin control de las Áreas Naturales Protegidas principalmente al norte de Venezuela.

Finalmente, nos preocupa el silencio del Alto Comisionado con respecto a la negación del gobierno a firmar y ratificar el Acuerdo de Escazú que promueve los derechos del acceso a la información, participación y a la justicia en temas ambientales.

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