Tomado de Crónica Uno
Por Olgalinda Pimentel @olgalindap
22 marzo, 2022
En El Día Mundial del Agua los venezolanos cuentan cada vez menos con el servicio seguro y asequible que el Estado se comprometió a asegurarles al ratificar el compromiso de Desarrollo Sustentable de la ONU. A pesar de que es uno de los 10 países con más reservas hídricas del mundo, Venezuela desborda en desabastecimiento y pierde la guerra sanitaria y ambiental.
Caracas. En Filas de Mariche, una de las tres parroquias más populosas del municipio Sucre, en los altos de Petare, sus habitantes no saben cuándo y por qué se conmemora el Día Mundial del Agua, este martes 22 de marzo. Y tampoco pueden celebrarlo. Tienen hasta más de ocho años sin recibir agua potable por las tuberías que controla Hidrocapital.
Hace un mes, los vecinos del sector La Lagunita consiguieron la donación de un tubo nuevo que fue instalado por trabajadores de la empresa hidrológica de Caracas. Llevaron a un periodista y hasta tomaron fotos con gente de la comunidad. Sin embargo, el servicio duró solo un par de horas. Los vecinos siguen esperándolo.
“El tubo aún está, pero el agua no ha llegado”, dice Corelia, líder comunitaria de la parroquia que paradójicamente tiene cerca el embalse La Pereza, un reservorio que hoy está contaminado y seco por falta de mantenimiento.
Por eso, más de 30.000 habitantes de Filas de Mariche dependen de los cisterneros, que cobran entre dos y tres dólares por llenar un pipote, según la ubicación del sector. Pero muy pocos de ellos pueden pagarlos.
A la espera del agua del cielo
“A nosotros nos salva el agua del cielo”, expresa la vocera, quien no descarta que “los maricheros” protesten de nuevo en las puertas de Hidrocapital. “El agua es un derecho humano que deben respetar”. Frente a la COVID-19 se les va agotando el ingenio y crece la necesidad.
“Aquí hervimos el agua o la compramos quienes podemos, aunque lavamos y limpiamos con cloro y alcohol. Pero hay gente en las zonas más vulnerables, como el Winche, Zumba parcelamiento, Santa Isabel, Los Flores, Caballo mocho, y hasta los urbanismos del gobierno, que no puede hervir y no tiene ni un dólar para comprar”.
Los habitantes de las parroquias de los altos de Petare, así como de la parte alta de La Vega y de El Junquito, ubicados en áreas montañosas, forman parte del 15 % de la población del área metropolitana de Caracas que nunca tiene acceso al agua potable, afirman expertos. Y, en consecuencia, tampoco a condiciones sanitarias y ambientales.
La situación es similar en todo el país. En al menos 12 ciudades importantes, en agosto de 2021, 65,6 % de la población expresó su valoración negativa del servicio porque era irregular, de acuerdo con un estudio del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. 20 % de los consultados no recibía agua potable en ciclos menores al mes y 6 % no la recibía nunca.
Cinco meses después el suministro sigue sin mejorar aunque la percepción mejoró casi 6 puntos porcentuales. Entre enero y febrero de 2022, 58,9% de los encuestados por el OVSP mantenía esa percepción y el 60% alegó que el suministro es inconstante, aunque 88,8% dijo tener acceso al agua potable. El 6,2% seguía sin recibir el servicio.
Se incumple Objetivo de Desarrollo, se pierde guerras
La población sin acceso al agua potable y a condiciones aceptables es una muestra de que Venezuela incumple el Objetivo No. 6 sobre Agua y Saneamiento de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, el cual reafirmó en septiembre de 2020 al ratificar la Agenda 2030.
El Objetivo insta a los Estados miembros “a asegurar agua potable segura y asequible, y mejorar la accesibilidad y seguridad de los servicios para más de 2 mil millones de personas en el mundo”. El propósito de la Agenda elaborada por la ONU es poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y perspectivas de las personas en todo el mundo, reza el texto de una nota del organismo internacional.
“Estamos incumpliendo el Objetivo 6. La erradicación de la pobreza, que es el reto principal de la Agenda 2030, tiene en el Agua un punto fundamental sin el cual la guerra sanitaria está perdida. No hay forma de salir de la pobreza sin servicio decente de agua potable”, señala el ingeniero Norberto Bausson, especialista en el tema y exdirectivo de Hidrocapital (1991-1999).
Califica el hecho de inaceptable. Venezuela ocupa el puesto 10 en la lista de países con mayores reservas de agua dulce en el mundo (se calculan en 1.325 Km3). Principalmente ubicadas en la región sur del país. Y es, paradójicamente, uno de los que menos garantizan el acceso y suministro de agua potable a la población.
“Venezuela es un extraño caso de involución sanitaria y ambiental, entre otros retrocesos. La capacidad de los acueductos en el 2022 es de 60% del que había en 1998. Es decir, de 144.000 litros por segundo ha llegado a 87.000 litros por segundo”.
El área metropolitana de Caracas, por ejemplo, cuenta con el Acueducto Metropolitano, compuesto por tres sistemas Tuy y nueve embalses que le complementan. Son Lagartijo, Camatagua, Taguaza, La Mariposa, La Pereza, Ocumarito, Quebrada Seca, Taguacita y Macarao. Hasta hace cuatro años se contabilizaban al menos 14 plantas de tratamiento y 147 estaciones de bombeo.
Causas que rebosan el vaso
No basta con tener grandes reservas de agua para tener un buen servicio, advierte Bausson. Este depende esencialmente del buen funcionamiento de las empresas de servicio, capaces de entregar al ciudadano agua potable, continua y de calidad. Además, los sistemas no están operados de forma sustentable, y están abandonados los grandes sistemas regionales y estadales que se diseñaron y construyeron en todo el territorio nacional.
“En Venezuela, la capacidad en fuentes de los acueductos de la zona norte supera abiertamente la demanda, porque las reservas están ubicadas en el sur. Pero lamentablemente, el abandono de los sistemas hace que un alto porcentaje del agua se pierda por problemas en la red, en plantas de tratamiento, por reboses de grandes tanques y otras fallas”.
A esta circunstancia no escapa la falta de cultura de servicio, agrega el ingeniero. “Dentro de las instalaciones de los consumidores, en los medidores, es donde tenemos las mayores pérdidas de agua, por falta de medición y de una política tarifaria adecuada. La gente no repara los botes de agua en sus casas porque no puede pagarle a un plomero. Es la desdicha de unos clientes que no tienen cultura de servicio y que tampoco la necesitan. Si ellos tienen agua y la pueden almacenar no les importa mucho que luego se despilfarre”.
También resalta la contaminación creciente de ríos y embalses. “Es una calamidad creciente, ante los ojos cómplices del Estado, principal contaminador en Venezuela, al irrespetar las leyes y condicionamientos en pro del ambiente”.
Distribución desigual e ineficiente de agua
La decreciente disponibilidad de agua potable de calidad es otro problema que señala el Objetivo de la Agenda. En la capital venezolana, particularmente, es elocuente por la falta de atención y de inversión del Estado. Mientras, la falta de agua ha desatado más de 300 guerras en el mundo.
“Las partes más altas de la ciudad, las que requieren más esfuerzos técnicos, son las más golpeadas”, afirma Bausson. “Esto deja claro que distribuir agua equitativamente no es cosa fácil, a pesar de que la función principal del Estado es distribuir el bienestar lo más homogéneamente posible en la población”.
En el barrio Sisipa, en el municipio Baruta, por ejemplo, se observa esa desigualdad. Solamente una porción de habitantes del sector La Moanza dispone de tubería de HIdrocapital para llenar sus tanques y más. “Aquí vienen camiones cisternas de sectores cercanos a buscar agua. También viene gente a lavar sus carros, la ropa; a nosotros no nos falta agua de esa toma”, asegura Carlos quien se ocupa junto a su esposa y cuñada de cuidar el depósito.
Pero unos 50 metros más arriba, en el sector Bucarito, los vecinos no tienen ni una gota del suministro. “Cuando no vienen para acá, tienen qué pagarle a los cisterneros 15 dólares mínimo para que les llenen sus pipotes azules de 2.500 litros”, refiere.
La falta de agua potable segura y constante se agrava por la impericia y otras fallas humanas en la red que, en palabras de Bausson, “solo traen caos”. “Ahora se han empeñado en operarla en forma discontinua, lo que conlleva a otros dos graves problemas: el incremento de accidentes y la aceleración del deterioro del sistema de aguas blancas e incapacidad de entregar agua potable al ciudadano”.
Buscar soluciones más allá
El incumplimiento del Objetivo No. 6 sobre acceso al agua potable lo señala también la ONG Sinergía, que defiende la participación ciudadana y el ejercicio de los derechos humanos.
En su informe de 2020 sobre Seguimiento de la Agenda 2030, señala las agudas repercusiones en la población y su condición de sobrevivencia, ante la precariedad de los servicios públicos. Y lo hacen de forma parcial, ante la falta de información oficial, advierte.
“La información disponible sobre el cumplimiento de los objetivos no responde exactamente a las metas e indicadores establecidos por los entes responsables del seguimiento, debido a la ausencia/retraso y escasa confiabilidad de la información oficial y su no cumplimiento del compromiso adquirido con respecto a la adecuación de los indicadores para la medición del progreso en el cumplimiento de los ODS”.
No han faltado Iniciativas particulares de expertos y pozos de agua profunda para ofrecer soluciones al problema de acceso al agua potable a la población. Desde proyectos ambientales hasta comunitarios para aprovechar la lluvia como opción.
“La solución a este problema pasa por la recuperación institucional y física de las instalaciones y el cumplimiento de los planes que harían posible retornar a sistemas de aguas potable a niveles aceptables, sobre el 85% de agua continua y potable a toda la población”, indica Bausson
En el Día Mundial del Agua, como cada día, encontrar una solución a los serios problemas operativos es imprescindible. “Requerimos el concurso de empresas operadoras amigas que ayuden a retornar al camino de la eficacia empresarial, trayendo a nuestro país metodologia, tecnologia, formas institucionales exitosas y positivas de la región. Se requiere de un gran esfuerzo político, técnico y operativo”.
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