Zaida García Valecillo y Alejandro Álvarez Iragorry
Mucha gente piensa que el cambio climático está ocurriendo en otra parte o que nos va a afectar dentro de mucho tiempo. También que tendrá que ver con la desaparición de algunas especies y con tormentas e incendios.
Pero lo cierto es que el cambio climático está ocurriendo en este momento y está afectando a todas las sociedades humanas en todos los aspectos, incluso en el cultural.
Una preocupación global en este momento es ¿Cómo afectará el cambio climático al patrimonio cultural de los pueblos? Es claro que en algunas partes del mundo la elevación del nivel del mar podrá inundar algunos monumentos patrimoniales. En otros sitios huracanes o incendios podrán destruir sitios históricos u obras de arte de valor patrimonial.
Los patrimonios culturales son la expresión de la creatividad, los valores y las creencias que constituyen la identidad de una determinada comunidad o país. Está formado por todas aquellas manifestaciones u objetos nacidos de la producción humana (tangibles e intangibles) que un grupo o sociedad ha heredado y conserva en el presente para legárselo a las generaciones futuras.
Estos bienes patrimoniales se enfrentan constantemente a múltiples desafíos que atentan contra su conservación, entre los cuales destaca el uso inadecuado de los sitios, malas intervenciones, situaciones de vulnerabilidad socioeconómica de las poblaciones locales, políticas inadecuadas. A ello se suma ahora los efectos del cambio climático.
En varias partes del mundo se observa el aumento consecutivo del nivel del mar, así como las alteraciones en los ciclos de lluvia y sequía producto del cambio climático, esto representa un peligro significativo para la conservación los patrimonios (naturales y culturales).
Un ejemplo bastante difundido es el caso de Venecia cuyo hundimiento viene ocurriendo desde hace cientos de años (10 centímetro por siglo); pero en el siglo XX, según Pietro Teatini, se ha hundido 26 centímetros, de los cuales alrededor de 12 cm se deben al ascenso del nivel del mar como consecuencia del cambio del clima, se cree que este proceso se incrementará.
Por otra parte, en América Latina se destacan dos sitios prehispánicos declarados patrimonio mundial: Zona arqueológica de Chan Chan (Perú) y el Sitio arqueológico de Chavín (Perú).
El primero son construcciones de barro que se vienen deteriorando por la erosión natural, el segundo son construcciones de piedra que están expuestas a inundaciones. En ambos casos el cambio climático puede acelerar su destrucción debido al aumento de las lluvias.
¿Y cómo afectará el cambio climático al patrimonio cultural de Venezuela?
En primer lugar, necesitamos entender cuáles serán los efectos del cambio climático en el país. En un muy breve resumen: Habrá alteraciones de los patrones de lluvia, sequías más prolongadas, aumento del nivel del mar y posiblemente tormentas muy intensas, pero de breve duración. Como consecuencia de las sequías algunas partes del país se desertificarán; por otra parte, el mar cubrirá grandes zonas costeras. Estos cambios afectarán a las plantas y animales que deberán adaptarse a nuevas condiciones ambientales.
Posiblemente, estos efectos producirán daños sobre algunos patrimonios tangibles. El ejemplo más concreto son fuertes tormentas que afectan la arquitectura en barro en la zona declarada patrimonio mundial en el Centro Histórico de Coro y la Vela.
Pero ¿qué pasará con el patrimonio intangible? Conjunto de actividades, prácticas, rituales y festividades que forman parte de nuestra identidad como seres humanos. Ese tema ha sido muy poco abordado. Peor aún nadie se ha hecho esa pregunta para el caso de Venezuela.
Es necesario empezar a pensar en ello y en particular en el muy rico patrimonio cultural intangible existente en los pueblos y comunidades indígenas.
Imaginemos que estamos en un futuro no muy lejano y somos indígenas Waraos.
Vivimos en el delta del Orinoco y nuestra cultura es rica en patrimonios culturales intangibles que se originan de la estrecha relación con el río y la biodiversidad de la región.
Por ejemplo, el uso del moriche, una palmera que habita en zonas inundables. Para los Waraos esta planta está presente en muchos aspectos de su vida cotidiana: en la construcción de viviendas, alimentos, medicinas, madera para las canoas y especialmente la elaborar tejidos producto de los conocimientos ancestrales.
Pero poco a poco el mar va creciendo e inundando el delta. El agua que antes era dulce se hace cada vez más salada. Los morichales se perderán y desaparecerán junto con ellos toda la base cultural que permitía a los pobladores Waraos utilizarlos y valorarlos como parte importante de su cultura.
Asimismo, podemos pensar en la situación grave de La Guajira venezolana con temperaturas cada vez más altas y sequías prolongadas que durarán muchos años, desertificando todo el territorio. Las comunidades Wayuu se verán afectadas en todos los aspectos de sus vidas, especialmente en la creación, acceso y disfrute de sus bienes patrimoniales intangibles, posiblemente deban desplazarse, lo cual rompería el vínculo ancestral entre su cultura y naturaleza.
Estos ejercicios de imaginación, nada alejados de la realidad, nos muestran como el cambio climático puede destruir un patrimonio cultural en un futuro no muy lejano.
Es claro que las comunidades indígenas en Venezuela se encuentran en situación de vulnerabilidad ante diversos ámbitos de la vida, esto se incrementa frente a los efectos del cambio climático. Esto se debe a que dichos grupos son mucho más dependientes de sus territorios y sus recursos naturales que otros grupos humanos. Pero también debido a que han sido empujados a la pobreza y al hambre por las políticas de despojo, violencia y opresión que les han impuesto.
En este contexto el derecho al acceso y disfrute de la cultura y los patrimoniales contemplado en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales, es un elemento que debe ser prioritario en toda estrategia de adaptación al cambio climático. Si realmente se desea que sea efectivo y fundamentado en el respeto a su dignidad humana.
Por todo eso es primordial garantizar las condiciones para que las personas puedan practicar las expresiones culturales, disfrutar su herencia cultural y vivir de ella, el cambio climático hace que este derecho sea aún más urgente.