Por Margaret López
Tomado de Efecto Cocuyo. Para ir a la fuente original marcar aquí
“Arenita, playita” es de las canciones más sonadas cuando comienza la temporada vacacional. Pero quienes visiten las playas venezolanas pueden encontrarse ahora con algo más que un agua azul turquesa y una arena blanquita.
El incremento de las montañas de basura y las huellas de los derrames petroleros son parte del nuevo paisaje playero.
“La mayoría de la basura que conseguimos en el mar es plástica. Hay bajas tasas de recolección de plásticos en todo el mundo. El reciclaje no es el único modo de solventar esta situación, en especial si consideramos que en Venezuela el reciclaje de plásticos pudiera estar alrededor de 2%”, explicó Adriana Carolina Gamboa, magíster en Gerencia Ambiental y profesora del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en medio del “Encuentro por Océanos Saludables para el Desarrollo Sostenible en Venezuela”.
Gamboa en su presentación “De la basura plástica a microplásticos: una realidad en nuestras playas” mostró los datos de las investigaciones nacionales en las playas de los estados Sucre y Anzoátegui.
En la playa El Peñón en las costas de Cumaná, estado Sucre, por ejemplo, se obtuvieron 31,53 partículas de plástico por cada kilogramo recolectado en la zona durante la investigación hecha en el año 2019.
Mientras que en las playas Cangrejo y Lido, ambas ubicadas en Lechería, estado Anzoátegui, se recolectaron respectivamente 48,6 y 25,4 partículas de plástico por cada kilogramo de muestra acopiada durante el estudio hecho en marzo de este año.
Una forma sencilla de imaginar la cantidad de plástico conseguida por los científicos es que se recogieron más de 900 palitos plásticos de chupeta solo en las muestras captadas en las playas sucrenses como parte de la investigación.
El vasto universo del plástico
El plástico, al final, no se trata de un solo material. Los envoltorios de las chupetas y demás chucherías, los vasos y contenedores de comida, los snacks, los pitillos y las bolsas plásticas son parte de los desperdicios que quedan en las costas y, luego, se convierten en una amenaza para las playas venezolanas.
En Venezuela son pocos los estudios científicos con los datos sobre el tamaño de la contaminación del plástico en las playas y los mares, pero las estadísticas globales dan una perspectiva de la gravedad de la situación.
Se estima que 75% de la basura que termina en el Mar Caribe proviene de una fuente territorial, de acuerdo con los datos del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (Pnuma).
Basura y más basura
En otras palabras, esta basura proviene de alguien que fue a la playa y “olvidó” un vaso plástico, una bolsa de unos platanitos o una botella plástica de un licor tras su visita.
Aunque a esto hay que sumarle los desperdicios arrojados por las comunidades vecinas y los comerciantes del lugar que también abandonan su basura cerca de las costas.
Sin embargo, el punto más crucial es que 8 de cada 10 elementos recogidos en esa basura corresponde a plástico. En concreto, 85% de toda la basura del Mar Caribe se trata de plásticos de colores y formas diferentes y en varios estados de descomposición.
El problema se agrava, además, porque no todos los plásticos son impactados por la luz y el calor de la misma forma.
Aquellos plásticos que se fragmentan más rápido terminan por ser los más contaminantes para los mares, porque llega un punto en que dejan de ser perceptibles para el ojo humano a pesar de que siguen allí y son comidos por los peces, las tortugas o se adhieren al sustrato que les da vida a los arrecifes marinos.
La huella negra del petróleo
La otra gran amenaza para las playas venezolanas son los derrames petroleros que provienen de las instalaciones a cargo de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
Cuando un litro de petróleo se vierte en las costas y los mares venezolanos, no solo se ve afectado el paisajismo. Lo sufren los peces y más se si trata de cardúmenes que pasan por las zonas afectadas, al igual que los arrecifes coralinos y las esponjas marinas.
Las consecuencias negativas pueden extenderse incluso a los ciclos de fecundidad de las especies sobrevivientes en el área.
“No hay cifras oficiales de los derrames petroleros ocurridos entre 2017 y 2022. Todo lo que sabemos es lo que reportan los medios informativos o lo que tenemos por las imágenes satelitales. No se supo cuántos litros de petróleo se derramaron, hasta dónde llegó el derrame, ni tampoco cuánto impacto tuvo”, aseguró Estrella Villamizar, doctora en Biología, durante el evento.
En su presentación “Impactos potenciales de los derrames de petróleo en ecosistemas marino-costeros en Venezuela”, la especialista recordó que no se hicieron estudios científicos sobre los derrames petroleros ocurridos en el país durante los años más recientes.
Villamizar aprovechó de mostrar un mapa que resaltaba que las principales instalaciones petroleras en Venezuela están ubicadas justo en enclaves de las costas.
Esto supone que los derrames petroleros afectan a las playas, a los pescadores del lugar y hasta las defensas naturales como los arrecifes coralinos o los manglares de estos puntos costeros para lidiar con el aumento del nivel del mar producido por el cambio climático.
“Lo principal es que la empresa petrolera tome acciones para reparar las tuberías y las torres. Hay que ponerle atención y revisar los planes de contingencia para los derrames, porque hay una cantidad de materiales que ya no funcionan. No hay un plan de acción realmente”, resaltó Villamizar, durante el encuentro.
Pdvsa parece obligada a atender la estructura de tuberías petroleras que cayó en el abandono mientras descendieron los niveles de producción nacional a partir del año 2014.
El desafío puede ser grande para una empresa estatal que acumula una deuda con proveedores e inversionistas y que todavía no logra volver a producir más de un millón de barriles diarios.
El reto para los visitantes de las playas venezolanas en esta temporada, en cambio, es mucho más sencillo. Al final, solo se trata de volver a casa con todo el plástico con el que partieron, para que luego puedan visitar un espacio repleto de paisajes perfectos tanto para la relajación como para los videos de TikTok.