Ante la amenaza del cambio climático, los jóvenes poseen derechos humanos que reconocen sus necesidades y particularidades.
El principal de ellos es el derecho al desarrollo y a una vida digna. El cambio climático amenaza con destruir elementos esenciales para una vida digna, como la salud, la vivienda, el acceso a agua limpia y el saneamiento. Además, pone en riesgo el derecho de los jóvenes a desarrollar su potencial a través de la educación y el empleo digno.
Los Estados tienen la obligación de establecer estrategias que protejan a la población joven y sus derechos. Esto incluye, de manera crucial, la creación de empleos en sectores como las energías alternativas, la protección de ecosistemas y el biocomercio.
Asimismo, es fundamental que los jóvenes tengan el derecho a ser educados en resiliencia climática. Esto significa formarlos para actuar frente a los impactos negativos del cambio climático, no solo para sobrevivir, sino para tener vidas productivas y satisfactorias en las nuevas condiciones climáticas.
Los jóvenes también tienen derecho a participar y a ser escuchados en el desarrollo de políticas de gestión del cambio climático. Su inclusión hará que estas políticas sean más efectivas y adecuadas, al considerar sus necesidades y expectativas. Asimismo, es imprescindible crear espacios seguros donde puedan expresar sus opiniones, incluso si estas parecen poco informadas o impulsivas.
Finalmente, los jóvenes tienen el derecho a exigir justicia intergeneracional. Esto implica demandar que los Estados actúen de manera urgente, eficaz y responsable para mitigar el impacto del cambio climático, protegiendo tanto a la población actual como a las generaciones futuras.
La responsabilidad de actuar adecuadamente es un deber ético que no puede posponerse ni dejarse en manos de las próximas generaciones.