Hoy 11 de noviembre inicia la COP29 sobre el cambio climático. Se espera que allí se tomen decisiones que protejan a todas las personas en todo el planeta.
Pero este evento va a ocurrir en un mundo en crisis.
No sólo por la crisis climática, que dejó de ser una amenaza futura, a una presente, con desastres climáticos ocurriendo a una frecuencia e impacto hasta hace poco inimaginables.
Sino también un mundo en guerra. Hasta junio pasado había 56 guerras en el mundo. Algunas con el potencial de generar una escalada global de muerte y destrucción.
Además, un mundo más polarizado. Políticos en todas partes, sin vergüenza. agitan las banderas del odio y la violencia.
Estos tres temas están conectados.
El lema de la reciente reunión de diversidad biológica en Cali fue: «Paz con la Naturaleza». Bajo esta consigna subyace la necesidad de una paz que nazca de la justicia, la solidaridad y el respeto entre los humanos y con la Naturaleza.
Sin esa paz integral sólo tendremos muerte, pobreza y destrucción.
En Venezuela vivimos esos males. Sufrimos un estado de violencia para imponer una paz sin justicia ni respeto, se ha declarado la guerra contra la Naturaleza y se pretende polarizar aún más el país.
Mientras tanto, el cambio climático ya está generando graves daños al país. A pesar de ello, el Estado no ha cumplido ninguna de sus obligaciones de proteger al pueblo contra los efectos del cambio climático.
¿Qué nos queda?
Convertirnos cada uno de nosotros en constructores de paz para la gente y con la Naturaleza.
Cada quién haciéndolo según sus capacidades y posibilidades.
Siendo agentes activos de la paz verdadera. Organizándonos para la paz en todas partes. Siendo solidarios con las víctimas de toda forma de violencia, incluyendo la violencia ambiental.
Transformándonos para transformar al país, en un país de paz.