En Venezuela, se estima que este año las lluvias y desbordamientos de ríos han afectado a entre 250.000 y 300.000 personas*. No podemos culpar a la lluvia, ni al cambio climático por estos desastres.
En parte, esta situación forma parte de un patrón global. Cada vez son más frecuentes los eventos meteorológicos extremos como lluvias torrenciales, sequías extremas y tormentas intensas.
Aún más grave es que según las previsiones del Panel Internacional de Cambio Climático, entre otros organismos, estos fenómenos serán cada vez más frecuentes e intensos.
En Venezuela, estos eventos se repiten año tras año, dejando miles de personas afectadas, muchas veces en los mismos lugares.
Como señala la periodista brasileña Eliane Brum: «Es muy fácil y conveniente poner el cambio climático como el gran villano. Como si fuera un monstruo autónomo, y no el resultado de decisiones humanas.»
Pero no sólo es necesario señalar a aquellos que tienen responsabilidad por el origen de esta situación, sino de los que tienen la obligación de actuar para proteger a las personas de los efectos del cambio climático. Es decir, de cada uno de los Estados.
Estas obligaciones quedaron claramente establecidas por las Opiniones Consultivas emitidas tanto por la Corte Internacional de Justicia como la de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En tal sentido, los Estados están en la obligación de actuar para proteger a las personas, realizando acciones efectivas para disminuir sus vulnerabilidades ante los efectos de las amenazas naturales, sean provocadas por el cambio climático o no.
No basta con reaccionar cuando el daño ya está hecho y esperar al próximo año. Esa forma de proceder sólo genera mayores vulnerabilidades.
En Venezuela necesitamos convertirnos en un país resiliente ante el cambio climático: Es decir preparado, educado y organizado para prevenir, atender y reconstruir mejor.
Para lograrlo, es urgente contar con un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, articulado con el Plan Nacional de Gestión de Riesgo, ambos con enfoque de derechos humanos tal como se estipulan en el Acuerdo de París y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Pero también es muy importante contar con la participación de todos los ciudadanos en el día a día y sin que sea necesario esperar la acción gubernamental.
Cada acción cuenta: Desde sembrar árboles y desarrollar planes de gestión de riesgo comunitarios, hasta apoyar a organizaciones que trabajan por la justicia climática.
Nuestra gente lo necesita. Y lo necesita ya.
*El estimado del número de personas afectadas este año se realizó a partir de los datos provenientes de muchas fuentes, principalmente gubernamentales, incluyendo declaraciones de gobernadores, defensa civil y organismos estadales. Es un estimado grueso y conservador, posiblemente la cifra real es mucho más alta.